viernes, 10 de agosto de 2012

TRAS LA ANCHOA DE ORO

A las anchoas, boquerones o bocartes les sucede algo tan misterioso como al bacalao o al pernil de cerdo. Una vez puestos en salazón se transforman en algo que va desde la simple proteína salada a un manjar. Claro es que lo bueno y lo caro no siempre van a la par y muchas veces la carne salada se vende por jamón y un peine de espinas por anchoas en aceite. Más sorprendente es que la simple apertura de una latilla de anchoas tras una barra pueda suponer un acto de valor añadido comparable al menudeo más ilegal; y su volcado en un platillo un arte que haya que pagar como si de una representación de ópera se tratase.

La primera enseñanza es que en Santander, la anchoa, para eso del precio, mejor sola. En el Bar del Puerto, en la barra, una ración de 10 anchoillas son 25 euros. Casi na. En Puerta 23, con pimientos 13,80. Ya puestos, las acompañamos con unas aceptables almejas a la sartén (17). Por eso de calmar la sal y el calor, bebimos André Cherer Rêserve Gewürtztraminer 2008 (17), un tanto dulzón, y un Marqués de Murrieta 2004 (24,50). La media por comensal fue de 40 €.

En La Bombi las anchoas y pimientos se ponen en 18. Las acompañamos con unas excelentes almejas a la sartén (23), un revuelto de erizos (22) y unos apreciables maganos de guadañeta encebollados (30), que tampoco están mal en eso del precio por unidad. Aquello se puso en 50 € por cabeza.

Nuestro periplo de nuevos argonautas nos llevó a la Real Sociedad de Tenis de la Magdalena. El sitio es muy agradable con un punto de exclusividad y una relación precio calidad excelente. Aquí, pasamos de las anchoas y nos fuimos al tartar de atún con aguacate (8,33) y a unas rabas de calamar del país (10,46), otra institución del idem que estaban realmente buenas. El mero a la plancha (19,44) estaba perfecto y el Mocén Rueda Verdejo selección especial (9,26) hacía juego con el espléndido día del que disfrutamos en la terraza. El precio rondó los 30 € por asiento y quizá tuvo que ver con no incluir el preciadísimo pez en el menú.

Es evidente que lo de la anchoa no da para una tesis; o sí. Su justificadísima casi desaparición en el caladero del Cantábrico (¡a esos precios!) no ha impedido que se siga enlatando a buen ritmo en las factorías de Santoña. Quizá fuese buena idea que a partir de un euro la unidad les pusiesen un crotal, microchip o GPS, por aquello de saber su origen y lugar de nacimiento. Tras el trabajo de campo sobre la anchoa, cuando me apetecen, que es muy de vez en cuando, me gustan las de Don Bocarte y, el descubrimiento de la temporada pasada, La gran anchoa a la antigua, de Ortiz, que, aunque este año no está en oferta -el precio es de 120 € el kilo de producto escurrido o de 6,99 la latilla transparente- sigue siendo excelente y como el descorche lo pongo yo, el capricho no se pone en un bien expropiable. Y es que como sucede con el jamón, y para que a uno no lo traten como a un pardillo, como en casa en ningún sitio.

domingo, 5 de agosto de 2012

ABC CÁNTABRO

Ya estoy de vuelta al espacio que para mí significa descanso y vacaciones: Cantabria; y qué sería descansar sin cocina y buena gastronomía. Repaso el abecedario de los productos y guisos del año pasado que convirtieron el verano de 2011 en un remanso de sensaciones: Albóndigas de rape con gambas; Anchoas Ortiz sobre rodajas de tomate Udagorri-Gumendi; Apfel strudel con crema inglesa tibia; Besugo al horno; Cacao puro; Carne de ternera de la Asociación de Ganaderos Ecológicos de Cantabria; Cerveza Luchs Bio Bier (la Keller bier es excelente y la Pils muy buena); Fajitas; Chorizo cular Luis Gil; Filetes empanados; Guacamole; Helado de limón; Huevos la Fuentuca; Leche de vaca Buen Pastor; Macarrones; Mermelada de arándanos La Pizpireta, de Vega del Pas; Mermelada casera de moras; Muesli 5 continentes; Muslitos de pollo al chilindrón; Pisto con pimientos asados; Queso de los monjes cistercienses de Cóbreces; Revuelto de setas shi take; Salchichas de Tofu ahumadas (a cuya religión no pude convertir a nadie de la familia); Salmonetes; Salmorejo; Salsa pesto, salsa de carne, salsa de tomate; Tarta de moras; Tarta rápida de manzana con mermelada de paraguayos; Tarta sencilla de melocotón; Te verde; Tisana; Tomate triturado Ekolo; Tzatziki; Yogur Bifidus de Granja Lasierra, Villacarriedo; Zumo de manzarina Ekolo.

La casi totalidad de los productos eran ecológicos y fueron suministrados por Luigi y Patricia, de la Asociación de Consumidores y Productores de Productos Ecológicos de Cantabria.

Este año el plan será parecido: levantarse temprano, mirar por las ventanas de la casa para ver el día que va a hacer, pasear por el jardín húmedo del rocío o de la no infrecuente lluvia nocturna; ver si ha madurado algún limón; desperezar a Marta y a los niños; preparar el desayuno mirando al jardín; desayunar largamente en el porche; cocinar según lo que le venga a uno a la cabeza y encuentre en la nevera; ir a la cercana playa de Mogro o dejar pasar el tiempo en casa si, como hoy, está lloviendo; tomar el aperitivo después de los juegos y paseos en la playa en la terraza del Hotel Milagros Golf de Mogro; o descubrir algún sitio cercano para tapear; comer en el jardín; ver una película, si se puede; y pasear por los alrededores o en Santander. Y así un día y otro interrumpido por la visita de amigos o de la familia. Esta debería ser la vida; la de todos los días, pero, claro es, por eso se le llaman vacaciones.

El comienzo de la temporada ha sido en el cercano restaurante La Puentecilla en el Barrio del Puente, en Oruña de Piélagos, muy cerca de Casa Setién. La descubrimos el año pasado, aunque solo tapeamos. El lugar es agradable aunque a veces el servicio se ve superado por el éxito. El menú era corto pero sugerente: entremeses variados entre los que destacaban la cecina, unas rabas y una morcilla de Burgos frita; canelones rellenos de carne, realmente suaves y buenos; merluza a la plancha en su variedad “qué buena era la merluza de otros tiempos” o “lo bueno hay que pagarlo” sobre chipirones en su tinta con punto justo de picante que aportaban un conjunto muy agradable; de postre, un flan de pistacho un tanto denso; el Rueda que sirvieron era agradable y el tinto de la casa es un crianza Azpilicueta que está bueno. La comida con amigos sirvió para repasar las nuevas aperturas y las recomendaciones para este año que habrá que ir explorando y así completar un abecedario que con gusto entra.