domingo, 5 de agosto de 2012

ABC CÁNTABRO

Ya estoy de vuelta al espacio que para mí significa descanso y vacaciones: Cantabria; y qué sería descansar sin cocina y buena gastronomía. Repaso el abecedario de los productos y guisos del año pasado que convirtieron el verano de 2011 en un remanso de sensaciones: Albóndigas de rape con gambas; Anchoas Ortiz sobre rodajas de tomate Udagorri-Gumendi; Apfel strudel con crema inglesa tibia; Besugo al horno; Cacao puro; Carne de ternera de la Asociación de Ganaderos Ecológicos de Cantabria; Cerveza Luchs Bio Bier (la Keller bier es excelente y la Pils muy buena); Fajitas; Chorizo cular Luis Gil; Filetes empanados; Guacamole; Helado de limón; Huevos la Fuentuca; Leche de vaca Buen Pastor; Macarrones; Mermelada de arándanos La Pizpireta, de Vega del Pas; Mermelada casera de moras; Muesli 5 continentes; Muslitos de pollo al chilindrón; Pisto con pimientos asados; Queso de los monjes cistercienses de Cóbreces; Revuelto de setas shi take; Salchichas de Tofu ahumadas (a cuya religión no pude convertir a nadie de la familia); Salmonetes; Salmorejo; Salsa pesto, salsa de carne, salsa de tomate; Tarta de moras; Tarta rápida de manzana con mermelada de paraguayos; Tarta sencilla de melocotón; Te verde; Tisana; Tomate triturado Ekolo; Tzatziki; Yogur Bifidus de Granja Lasierra, Villacarriedo; Zumo de manzarina Ekolo.

La casi totalidad de los productos eran ecológicos y fueron suministrados por Luigi y Patricia, de la Asociación de Consumidores y Productores de Productos Ecológicos de Cantabria.

Este año el plan será parecido: levantarse temprano, mirar por las ventanas de la casa para ver el día que va a hacer, pasear por el jardín húmedo del rocío o de la no infrecuente lluvia nocturna; ver si ha madurado algún limón; desperezar a Marta y a los niños; preparar el desayuno mirando al jardín; desayunar largamente en el porche; cocinar según lo que le venga a uno a la cabeza y encuentre en la nevera; ir a la cercana playa de Mogro o dejar pasar el tiempo en casa si, como hoy, está lloviendo; tomar el aperitivo después de los juegos y paseos en la playa en la terraza del Hotel Milagros Golf de Mogro; o descubrir algún sitio cercano para tapear; comer en el jardín; ver una película, si se puede; y pasear por los alrededores o en Santander. Y así un día y otro interrumpido por la visita de amigos o de la familia. Esta debería ser la vida; la de todos los días, pero, claro es, por eso se le llaman vacaciones.

El comienzo de la temporada ha sido en el cercano restaurante La Puentecilla en el Barrio del Puente, en Oruña de Piélagos, muy cerca de Casa Setién. La descubrimos el año pasado, aunque solo tapeamos. El lugar es agradable aunque a veces el servicio se ve superado por el éxito. El menú era corto pero sugerente: entremeses variados entre los que destacaban la cecina, unas rabas y una morcilla de Burgos frita; canelones rellenos de carne, realmente suaves y buenos; merluza a la plancha en su variedad “qué buena era la merluza de otros tiempos” o “lo bueno hay que pagarlo” sobre chipirones en su tinta con punto justo de picante que aportaban un conjunto muy agradable; de postre, un flan de pistacho un tanto denso; el Rueda que sirvieron era agradable y el tinto de la casa es un crianza Azpilicueta que está bueno. La comida con amigos sirvió para repasar las nuevas aperturas y las recomendaciones para este año que habrá que ir explorando y así completar un abecedario que con gusto entra.

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