jueves, 3 de abril de 2014

Tipycal Segovia


Un fin de semana con la intención de instruirnos en la tradición de la cocina española, nos embarcamos rumbo a Sepúlveda, monumento histórico y denominado como “el de las siete iglesias, siete puertas y siete llaves”. En él acudimos al Restaurante-Figón Casa Román.
Frente al portal y alzando la cabeza, sobre uno de los balcones del comedor, vemos una armadura que defiende e invita a entrar al restaurante; la barra de madera con detalles grabados y detrás un sinfín de coloridas y múltiples variedades de bebidas alcohólicas que adornan la zona del bar y distraen la mirada del ilustre toro colgado enfrente.

El bravo vigila la bóveda del horno de leña donde desde el mediodía  los corderos sudorosos iban tomando su tonalidad, firmeza, palatabilidad y textura; y un ahumado que hacía que la sala adoptara un ambiente hogareño que era acentuado por su dueño, “Tete”, entre risas y el son del ajetreo del lugar, lográndose el equilibrio entre un típico bar tradicional  de Segovia y una decoración con rasgos modernos. El resultado es un conjunto muy acogedor.

Ya en mesa pedimos un plato de jamón ibérico bellota de Los Bayones de crianza y sacrificio propio que al corte muestra ese veteado y esas características calcificaciones que denotaban el buen gusto del marrano. Y en eso llegó, dorado como el sol, en fuente de barro cocido con un olor que embaucaba la sala. La camarera trinchó el asado, apenas acompañado de una ensalada. Comienza la cata.
El crepitar de la piel, la jugosidad que todavía exudaban las fibras musculares, aun habiendo permanecido tres horas en aquel horno de leña; la carne del animal cocinado, de raza churra alimentado en los pastos pobres de Segovia donde crecen tomillos silvestres y hierbas perfumadas, ofrece poca resistencia al masticar y llena los sentidos de toques aromáticos especiados mezclados con el ahumado. El maridaje era con Ceres, Ribera del Duero.
Acaba la degustación de tan grato manjar que pide ser recordado innumerables veces. Un cuarto para dos (35,5 €), una ensalada a compartir, el plato de jamón y el vino nos dejaron K.O. y emprendimos el regreso a casa con dos cafés, una cálida despedida del dueño y un volveremos.

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