Los
motivos para escribir en este blog son más numerosos que el tiempo disponible
para hacerlo. Mala señal cuando uno no hace aquello que le gusta; con qué
estará llenado su tiempo… En fin, vamos a ponernos al día con el repaso de lo
comido y bebido fuera de casa en estos más de siete meses sin ser demasiado
ordenado ni exhaustivo.
Si tuviera que señalar donde he disfrutado más, sin duda debo referirme a Lakasa, en Madrid. Buen concepto, buena selección de vinos, buen servicio, el detalle de que el chef viniese a la mesa a interesarse por el resultado, precio ajustado y, sobre todo, muy buena comida creada por un César Martín que ama a su profesión y a sus clientes; algo que no es tan corriente como pudiera parecer. Recuerdo, en medio de una comida perfecta, unos sublimes garbanzos con carabinero. Creo que, por fin, he encontrado mi restaurante en Madrid.
Si tuviera que señalar donde he disfrutado más, sin duda debo referirme a Lakasa, en Madrid. Buen concepto, buena selección de vinos, buen servicio, el detalle de que el chef viniese a la mesa a interesarse por el resultado, precio ajustado y, sobre todo, muy buena comida creada por un César Martín que ama a su profesión y a sus clientes; algo que no es tan corriente como pudiera parecer. Recuerdo, en medio de una comida perfecta, unos sublimes garbanzos con carabinero. Creo que, por fin, he encontrado mi restaurante en Madrid.
Cené hace unos años en la muy agradable terraza de verano de
Sacha en Madrid y desde entonces
había quedado pendiente repetir. Cuando me acordaba y llamaba, no había sitio.
Esta vez lo reservé con dos semanas de antelación. Ambiente asentado y muy
agradable; gran profesionalidad y diligencia en el servicio; se respira el peso
de lo consolidado por la calidad y la fidelidad de los clientes; la materia
prima es excelente; la elaboración acertada. Estupendos pez mantequilla y lasaña de centollo. Un muy buen restaurante. Ya sé que
no soy original, pero uno de los mejores restaurantes en los que he comido.
El siguiente restaurante en el escalafón de esta temporada
es Izariya, en Madrid.
Un japo impresionante de comida kaiseki que, sentado en la barra, ofrece un
espectáculo visual y gustativo impactante a un precio imbatible. Dicho de una
manera simple: te vas a perder algo importante si no vas.
A Casa Toni, en San
Vicente de la Sonsierra, La Rioja, hay que volver de vez en cuando. Esta vez
elegimos hacerlo en un soleado día de otoño y otra vez contemplamos desde su
iglesia fortaleza el dorado y serpenteante Ebro a nuestros pies. A destacar la
menestra, el patorrillo a la riojana y sus clásicas chuletillas de conejo
empanadas. Para beber (¡como si fuera fácil elegir entre los vinos de la
localidad!) optamos por Jarrarte crianza, de Abel Mendoza, del que disfruté un
blanco viura unas semanas más tarde. Ambiente familiar, decoración personal, y
la posibilidad de encontrarse con viejos conocidos, como así sucedió. Hasta
la próxima.
Era la segunda vez que iba a La Tasquita de enfrente. Nuevo e
insulso pero rentable mobiliario; ambiente potentado aunque un tanto
ruidoso; buen producto; buena elaboración. Ensaladilla correcta de la Tasquita
y raya a la mantequilla negra. Frente a la opción de un pichón de Bresse me
recomendaron, con cierta desgana, el pez cartilaginoso con el argumento de “es
la especialidad de la casa”. No entiendo. No se incluye en la carta un plato
raro y exquisito para no recomendarlo. Me parece que hace falta un poco más de
conocimiento de la psicología del cliente. El vino, un correcto Chapoutier Côtes
du Rhône Rasteau. Se lo tienen que currar un poco-mucho más…
Hay sitios que cuando los ves te dices, “este va a ser”
porque reúne aparentemente lo que en mi imaginario creo que debe tener un
restaurante fuera de una ciudad: decoración singular, calidez, tranquilidad, un
pueblo pequeño, detalles de buen gusto en la oferta gastronómica, un jardín y
no estar demasiado alejado. Todo esto lo tiene D.O. en Alesanco, La Rioja. He
celebrado dos comidas familiares en un buen ambiente y sin embargo hay algunas
cosas que fallan. La comida no acaba de convencer y los precios tampoco.
Además, uno espera un no sé qué en la oferta que no llega. En su lugar la carta
se asienta en las clásicas pochas, los pimientos asados -de buen bote-, los
caparrones y las chuletillas, acompañadas de platos algo más originales que
indican lo que podría ser el local. Es una lástima. Quizá trasladar los
proyectos y gustos muy personales y su coste a la clientela tiene importantes
riesgos; como en este caso. Y más en estos tiempos.
Hay sitios a los que vuelves después de un tiempo para ver
qué ha pasado. Estuvimos en Trigo,
en Valladolid, para constatar el cambio de decoración y una carta aferrada a
los valores seguros del restaurante. Tomamos el menú festival, que destaca por
la vistosidad de los platos, muy bien armonizados en la original vajilla.
Recuerdo el entrante de vermú, ciruela y pato y el huevo trufado. El servicio
podría darse un poco más de vidilla y ser un poco más ordenado y cercano, menos
ceremonioso, que eso no hay que cobrarlo; aunque se paga. Hasta luego Lucas…
La idea del Hotel
Urso de traer a algunos de los mejores restaurantes de España de fuera de
Madrid a la capital durante un mes a su espacio The
Table es brillante. Un precio ajustado, muy buen servicio, una decoración
que cambia completamente con cada restaurante invitado y una cocina que llega
con todo puesto: cocineros, productos, concepto, vinos… Muy bien. Así es como
se hacen las cosas. He disfrutado dos veces de su oferta. La primera con el
restaurante de Cocentaina L´escaleta.
Tomamos un arroz seco de caza y setas que nos transportó a la montaña
alicantina y un originalísimo Atún con turrón y curri regado con un agradable Parotet de Valencia. A Fuego Negro de San Sebastián es la
oferta que ahora se encuentra en cartel. El concepto elaborado de tapa
donostiarra traído a Madrid acompañadas con su chacolí Agerre. Aceitunas con vermú, Pieles a la brava, Porrupatathai,
Vainas, ajoblanco de patata y mojama, Zebitxe de Lumagorri, Txangurro
Donostiarra Style, Pajarito frito. Divertido, para conversar con amigos y
precio ajustado. Atentos a la pantalla para los siguientes meses.
Ramón Freixa en Platea. Este espacio se ha
convertido en la versión lujosa y burguesa de los mercados tan de moda de
Madrid (San Miguel, San Antón, Sal Ildefonso…). A pesar de haber ido algunas
veces, sigue sorprendiéndome por su decoración y disposición de la amplia y muy
buena oferta gastronómica. La ubicación del restaurante es realmente original y
bonita, aunque el que se sienta de espaldas al escenario debe cerciorarse de ir
en buena compañía para compensar la pérdida de las vistas. En mi caso no hubo
problema. La comida correcta destacando los canalones y la
coca. El cava de la casa, normal. Para volver a tomar pinchos en cualquiera de
las barras de las plantas de abajo.
Este año no me he prodigado en Madrid Fusión como el año
pasado. Aproveché la oferta de Mercato
Ballaró. Buena comida del sur de Italia. El local es un tanto oscuro y
ruidoso. Polpo stufato, caponata con burrata y un conjunto de degustación
realmente bueno. Deben poner en la carta la riquísima focaccia que sirven en su camioneta de Madrieat. Por cierto, los organizadores de Madrid
Fusión deben advertir que es preciso reservar en sus restaurantes señalando que se va a optar por el menú de la promoción. Por esta razón a punto estuve de quedarme sin probar el de Mercato Ballaró y me quedé con las ganas en el restaurante del Ateneo.
Tomar una cerveza mirando la Concha de San Lorenzo en el Real Club Astur de Regatas en Gijón
vale más que muchas comidas. Qué sitio tan bonito y agradable. Pero es que
además tomé un besugo a la bilbaína espectacular. Me tengo que remontar a las
cenas de Nochebuena de mi niñez para compararlo. El madrugón del viaje mereció mucho la
pena.
Tantos años pasando por delante de Tudanca, en Aranda de
Duero, y nunca pasé de su cafetería. Comida impecablemente castellana clásica,
con su poquito de morcilla, su hogaza de aceite y su cuarto de cordero, regado
por el correcto y asequible vino de la casa. Todo muy contundente y bueno. A
veces se acierta con las tradiciones y no hay que liarse tanto.
El último de esta incompleta relación es Lágrimas Negras. Fuimos por descarte después de comprobar que esto de la crisis afecta más a unos que a otros y que en los locales de moda de Madrid están capeando el temporal bastante bien. Como ya había cambiado el equipo de cocina, no supimos porqué había sido famoso. Buena presentación, local de tan amplio que resulta un tanto frío y algo oscuro. No hubo lágrimas, ni de emoción ni de las otras.
Lo común a todos ellos es que he disfrutado de buena o muy buena compañía. Lo que no siempre basta cuando de comer se trata.
El último de esta incompleta relación es Lágrimas Negras. Fuimos por descarte después de comprobar que esto de la crisis afecta más a unos que a otros y que en los locales de moda de Madrid están capeando el temporal bastante bien. Como ya había cambiado el equipo de cocina, no supimos porqué había sido famoso. Buena presentación, local de tan amplio que resulta un tanto frío y algo oscuro. No hubo lágrimas, ni de emoción ni de las otras.
Lo común a todos ellos es que he disfrutado de buena o muy buena compañía. Lo que no siempre basta cuando de comer se trata.
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